Vaya, por fin, el último día de las vacaciones... Qué pena... Adiós a la libertad. Ya veré cómo mañana llego a casa con un montón de tareas por hacer. Y además, aún tengo por terminar algunas de los cursillos. Ahora, exactamente, me encuentro terminando mi último entremés de Cervantes, que por suerte, cada vez lo entiendo un poco más, sólo un poco.
Bueno, terminaré con la conclusión de la revista ¡Dibus! La compré y me la leí en el día, y me volví a reiterar que tenía que renovar y reciclarme. Sólo me leí el 30% de la revista. Entre que los videojuegos de los que hablan, los reportajes que no me interesan y etc., son 4'95€ gastados a lo tonto.
El otro día fui a una tienda de discos para ver si encontraba al músico coreano Yiruma, pero no, cómo no, me costó todo: buscarlo, el trayecto, hablar con las dependientas. Si es que parece que todos están en contra mío. Busqué en dos sitios clave, no disponía de más tiempo. En el primer sitio en el que miré, tuve que preguntar a dos dependientas, ya que no me aclaro con las tarjetitas y etiquetas que ponen a cada disco. A la primera, me dijo: Pregunte en la caja. Y yo, como educada que soy, me fui, sumisamente, a la caja. Allí, volví a probar suerte. Me dirigí a una mujer fondona que, al parecer, estaba archivando unas películas. Las demás (dependientas) estaban cobrando a la gente. Volví a pedirle que me buscase el disco, y me respondió: Un momento, espera un momento. Y yo, como una panfleta, me quedé esperando la llegada del juicio final. Me dediqué, en la espera, a balancearme y a observar los discos que no me llamaban mucho la atención. Por fin, la dependienta fondona terminó y me prestó algo de atención. Le dicté el nombre y lo buscó en el ordenador, pero cómo no, después de haber malgastado veinte minutos en la tienda, no tenían el disco.
Salí de la sección haciendo cálculos de si me daba tiempo a pasar por dos sitios más. Cuando llegué a las escaleras mecánicas, me encontré con la sección del manga, y como atraída por un imán, fui directa allí. Perdí unos siete minutos, contemplando la escasa colección de tomos de la tienda. Vi que había salido el sexto libro de Fushigi Yugi y me acordé de que tenía que comprármelo, junto a otros más.
Volví a hacer un cálculo mental de cuánto tiempo disponía y me tracé una "ruta". Iría a la siguiente tienda de discos y si me daba tiempo, a la librería. Entré a la siguiente tienda y me dirigí a la sección de discos. Allí localicé a mi víctima y me acerqué a ella. Le pregunté sobre Yiruma, que nadie lo conocía, y tuve que deletrearlo. Esperé, y al final me dijo: No hay, pero de importación, sí. Debía de estar ensimismada en controlar el tiempo, porque a la primera no lo entendí. Al final, me explicó que se podría traer, y que tardarían un mes. Un mes, un mes.
Salí de la tienda cagando leches, por el tiempo. Al final no lo reservé, pero ya sé para otra vez. Por desgracia, no pude pasar por la librería. El siguiente día, lo reservaré sí o sí, por encima de mi cadáver, (no venía a mucho cuento, ¿no?).
Bueno, y ésa es toda mi odisea por un disco que al final no conseguí.